Andrés Sanfuentes

A propósito de los “Chicago boys”

Andrés Sanfuentes Ingeniero comercial Universidad de Chile. Miembro del directorio del Centro de Estudios del Desarrollo

Por: Andrés Sanfuentes | Publicado: Miércoles 6 de enero de 2016 a las 04:00 hrs.
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Andrés Sanfuentes

La película de ese nombre aun en exhibición ha tenido éxito de asistencia y ha generado variados comentarios que incitan a participar en la conversación. Es un buen documental, relativamente objetivo pues recoge varios planteamientos, entre ellos de cinco alumnos de la primera generación, que ya reflejan la existencia de posturas diversas y que no todos los ex alumnos son partícipes del neoliberalismo mecánico, tan observado en muchos de los que allí estudiaron.

Aparte de centrarse en las cinco figuras mencionadas y en “Alito” Harberger, el “Padre” de los Chicago, gran hombre y no precisamente un neoliberal “a la chilena”, la película hace un salto hasta el presente, tratando de unir ese origen con la realidad actual, en especial con las protestas que habrían sido provocadas por las políticas neoliberales generadas durante la dictadura y mantenidas en gran medida por la Concertación, lo cual ha generado críticas por la excesiva mercantilización de la sociedad. Sin embargo, procesos tan prolongados y complejos son difíciles de explicar mediante brincos sin transición.

En ese trayecto se detiene en la elaboración de “El Ladrillo”, texto que fue utilizado en los comienzos de la dictadura para inspirar muchas de las políticas ejecutadas en el campo económico y social. Ese texto fue elaborado a partir del segundo semestre de 1972, cuando el gobierno de Allende ya se encontraba en medio de un caos político, social y económico que hacía insostenible su prolongación. El objetivo central era preparar un documento para el futuro, en caso que el gobierno ampliara su base de apoyo con medidas rectificatorias, aspecto que había estado en varias negociaciones recientes (Allende nunca tuvo la mayoría de los votantes) o que pudiera ser utilizado por un gobierno militar de transición (¡qué ingenuidad, con los ojos de hoy!)

El grupo inicial estuvo compuesto por diez personas, con varios elementos en común, partiendo por la oposición a la Unidad Popular, ser economistas y haber estudiado en Chicago en diferentes épocas; fundamentalmente el factor común era sustentar una economía de mercado. También había discrepancias. Cinco de ellos habían estudiado en la UC y eran de derecha. Los otros cinco venían de la U, cuatro eran DC. La participación en “El Ladrillo” fue a título personal y es enteramente falso que fuera financiado por la CIA, imputación absurda porque no había nada que costear y en ese entonces no eran habituales las facturas “ideológicamente falsas” que pudieran tentar a alguien, sin perjuicio que esa siniestra institución norteamericana haya entregado fondos a otras empresas chilenas en esa época, lo que estaría comprobado.

Algunos de los integrantes del grupo inicial nos retiramos del gobierno en sus inicios, por varios motivos. En primer lugar, porque algunas de las medidas contenidas en “El Ladrillo”, las más “progresistas”, fueron rechazadas y empezó a operar la máquina neoliberal como una aplanadora, a lo cual se agregó que se imponía la autoridad del dictador Pinochet y no habría transición en algún plazo razonable, agravado por el atropello sistemático de los derechos humanos, con su secuela de asesinatos, torturas y persecuciones, ya muy lejanas de los pequeños focos de resistencia en los primeros dos meses del nuevo régimen.

La situación de vulneración de los derechos humanos era ampliamente conocida y la disculpa “no sabía lo que ocurría”, es más falsa que Judas, o mencionar “me daba lo mismo”. Una cosa es no saber la historia de Marcia Merino, la “flaca Alejandra”, y otra desconocer la existencia del Estadio Nacional, “Villa Grimaldi” o Londres 38. Parece más defendible la consideración de algunos que participaban en el manejo económico, que argumentaban que sabiendo, les estaba vedado intervenir en esa esfera o que podían contribuir al país tratando de mejorar la situación económica.

En todo caso, los historiadores nacionales ilustrarán con mayor ecuanimidad los aportes, avances y retrocesos ocurridos en este medio siglo del país, porque es un hecho que se ha transformado.

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